sábado, 17 de marzo de 2012

Ciencia/arte, lo que existe y lo que existimos.




Creo que la  reflexión sobre los puntos comunes entre la ciencia y el arte  tiene mucho que ver con la pregunta sobre lo "existente" y lo "no existente".

Hace un año más o menos (31 de enero del 2011) se publicó en el apartado del periódico La Jornada, un artículo realmente extraño sobre cómo la pesa original con la que el mundo había determinado la definición exacta de un kilo, había perdido peso. 

"Cada año, tres hombres descienden hasta el sótano donde se encuentra el kilogramo, abren el portón y comprueban que sigue intacto. [...] Sólo en tres ocasiones se ha sacado al kilo de su cámara. Fue para comprobar que su peso seguía siendo el mismo. Los resultados de los dos últimos pesajes, en 1946 y 1989, arrojaron un resultado inquietante: el kilo  había adelgazado unos  0, 00005 gramos."

El kilo original ha perdido aproximadamente el peso de un grano de arena.

"En 2015, la capital francesa acogerá la próxima conferencia internacional sobre pesos y medidas. Hasta esa fecha se han propuesto los científicos contar con un nuevo kilo de referencia, que en el futuro no debe volver a ser un objeto. “Con los cuerpos físicos surge el problema de que no sabemos lo resistentes que son realmente”, indica Mecke (Instituto Físico-Técnico Federal alemán)." (DW, ciencia)

Una historia similar pasó con el metro. Él por ejemplo  había sido definido como la diezmillonésima parte de la distancia que separa al polo norte de la línea del ecuador terrestre. En otras palabras, el metro originalmente era una fracción de meridiano (otra quimera). Una vez establecido, fue fundida su representación física en una barra de platino e iridio (misma composición que la del peso original) y atesorado en algún sótano.

El punto de coincidencia entre estas dos medidas es que ambas son la representación de una idea hecha objeto. Entonces aquí cabe preguntar si realmente lo que existe son los objetos o la idea que cargan con ellos. Sería estúpido pensar que por no tener un soporte físico, una idea no puede existir. En última instancia el soporte ( obviamente no físico)  de una idea sería la palabra.

Es cierto que la distancia entre un objeto y la palabra que lo nombra es tremendamente abismal. También es cierto que la palabra es el mejor ejemplo de que todo lo que ha construido el hombre han sido y no pueden más, que ser castillos de naipes en el aire. No obstante creemos en ese sistema porque en algún nivel primitivo, nos permite aprehender al mundo. Así Descartes al preguntarse sobre su propia existencia llegó a la conclusión de que el mero hecho de dudar sobre ella, era lo que la hacía existir.




En otras palabras se podría decir que por medio del lenguaje Descartes comprobó que éste existía. 
En mi opinión esa es precisamente la clave para explicar lo existente. En primer lugar se crea un sistema que posteriormente dará cabida a su propia justificación. En éste sentido resulta interesante revisar casos como los de Gaspar Hauser (de Herzog), L'enfant sauvauge (Truffaut) o bien Ciudad de cristal (P. Auster). En L'enfant sauvage por ejemplo, la premisa parece ser invariablemente la misma: lo que hace que un hombre sea una persona es precisamente el dominio de la palabra. 

"Persona", "âme","Bon sauvage", son  términos alrededor de los cuales la vieja Europa se enfrentaba, en la época posterior al descubrimiento de América, con lo desconocido. La controversia a la hora de definir si los "descubiertos" eran almados o no, es decir, si los "salvajes americanos" podían compartir de la misma condición humana por la que con sangre sudor y lágrimas los europeos habían proclamado su libertad, recaía en que no hablando el mismo cristiano idioma que los primeros, los segundos no tenían legitimidad espiritual ni mucho menos podían ser de la misma especie que los primeros. 

De ahí es importante mencionar que a lo existente lo determinan las lenguas y que siendo distintas las unas de las otras, lo exitente puede ser invariablemente infinito.

Supongamos por ejemplo que el ser humano no tiene la palabra porque aún no la ha inventado, o bien que en otro universo tiene una forma de comunicación que es totalmente ajena a la palabra. Cómo se tratará de una especie sobreviviente a su entorno se podrá deducir que de entre muchas armas, la comunicación que le permitió interactuar con sus "iguales" le habrá permitido no sólo la sobreviviencia sino la convivencia. Luego entonces es posible suponer que el lenguaje tomará una ruta alejada de su primer objetivo, persistiendo en su refinamiento y en la abstracción, necio por abordar incluso lo inexpresable. 

Pero un lenguaje que se esmera por explicarlo todo, incluso a sí mismo, tiene una contraparte, un sistema que no quiere aprehender al mundo, sino expresarlo: el arte. 





El arte muy a pesar de ser también una palabra, permite ser una gran otra cosa. Es ahí donde se comprueba que lo innombrable es infinitamente más accecible que lo ya nombrado, donde los bordes de las palabras se pierden, incluso donde un objeto ya no es objeto sino un quién sabe qué sin nombre, el arte es el lugar donde es posible creer que una mancha es una mancha, y que si Pollock pintó de tal o cual forma era para probar que la pintura puede, tautológicamente ser una pintura  y nada más. A saber si las palabras podrían permitir tal demostración, no tengo el espiritu lógico como para imaginarlo.






No hay comentarios:

Publicar un comentario