jueves, 3 de mayo de 2012

Ted Talk con Maeda y Mandelbrott

Llevo varios minutos que duran la imbecilidad de eternos. No he podido escribir nada respecto a la conferencia de Maeda.

Sigo pensando en los libros que compré hoy no sin cierta culpa de haber gastado dinero que más tarde... la historia de siempre. Tengo a Kerouac entre las manos. Leo las primeras líneas de Tristessa. "Estoy con Tristessa en un taxi, borracho, con una enorme botella de whisky Juárez que guardo en una de las bolsas de mi mochila ferrocarrilera...". Cuánto me ha costado volver a encontrar éste libro extraño. Los días de Kerouac en la Ciudad de México. Recuerdo el nombre de las calles, la nariz rosada del pequeño gato Tatagata, la colchoneta en el cuarto de azotea, la plaza de las Vizcainas, la cintura de Tristessa. Quisiera que fueran mis recuerdos. A veces vago por las mismas calles soñando que he vivido esa vida simple, dolorosa, estúpida, bella.

Me pregunto con qué vida soñaba Kerouac. Imagino que sería con la de Thoreau, dejarlo todo, vivir en el bosque en una casa que se ha construido de su propio puño con los mínimos materiales y las comodidades justas para no olvidar quizá cuán sencilla puede ser la vida.

No es cierto. Es una tontería concluir así. No es sencillo vivir en la naturaleza, tampoco la vida. Me pregunto con qué loco soñaba Thoreau, tengo el vago recuerdo de que era con algún santo lunático. ¿Algún San Francisco interprete de las lenguas animales? ¿Y él con quién soñaba? ¿Hasta dónde se remonta el primer sueño de volver a la naturaleza? 


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